Elementos que influyen en la calidad del vino
La tierra.- El suelo sobre el que se planta el viñedo añade unas características específicas al vino fundamentales, por ello es muy importante el lugar de plantación
El clima.- La temperatura en su lugar geográfico determina un resultado que cuanto más cálido, más potente será el vino, más cuerpo tendrá y al final más alcohol. Por el contrario cuanto más frío, será más ácido.
El tipo de uva.- La variedad de la uva determina el DNI de un vino, su carácter es fundamental a la hora de degustar un vino. Para saber en el mundo en que nos encontramos, vitivinícolamente hablando, es necesario memorizar el tipo de uva.
La elaboración.- Una vez obtenida la uva, el saber hacer del enólogo es determinante para obtener un vino de calidad: la temperatura de fermentación, el proceso de filtrado y clarificación, la posible mezcla de varietales, el tipo de barrica utilizada para la crianza, etc.
Cuanto más sabemos de algo, evidentemente más lo apreciamos. Por ello para disfrutar del vino (sin necesidad de ser un experto), conviene tener presente unos mínimos conocimientos.
Algunos datos que consideramos importantes sobre el vino:
El vino es un producto natural.- La fermentación es un proceso que tiene mucho de poesía y de magia… el azúcar natural del fruto se transforma en alcohol y así nace el vino.
Dentro del vino hay muchos ‘vinos’.- Cualquier paladar puede notar diferencias muy notables entre diferentes tipos de vino, en función de la variedad de uva, el clima donde se cultivó, el saber hacer de la bodega, etc.
Casar vino y comida (maridar).- Combinar bien el vino con la comida es todo un arte, pero eso no debe echarnos atrás. Lo mejor es aprenderlo con la práctica. La idea es que los sabores del vino y la comida se refuercen, en lugar de ‘contrarrestarse´. (Ampliación de este concepto al final de la noticia)
Degustar un vino (catar).- No hace falta ser un experto para catar un vino, es suficiente con aguzar nuestros sentidos para captar mejor sus características, y tratar de describírnoslas a nosotros mismos (con nuestras propias palabras si hace falta). Poco a poco iremos distinguiendo más y más cosas.
Seleccionar el mejor vino.- No siempre el vino más caro es mejor. Comprar un vino caro nos asegura cierta calidad, pero no siempre es la mejor opción. Depende mucho de nuestros gustos y de la situación en que lo vayamos a consumir. Por eso es importante cultivar nuestro propio criterio a la hora de valorar un vino.
Tipos de vino
Vino tranquilo.- Tinto, blanco o rosado. Sin burbujas y con menos de 15º de alcohol.
Vino espumoso.- Cava, Champagne y otros. Obtienen las burbujas gracias a una segunda fermentación en botella.
Vino gasificado.- Incorporan gas artificialmente, como un refresco. Por ejemplo, el Lambrusco.
Vino licoroso o generoso.- vinos de más de 13º 0 14º de alcohol, a muchos se les añade más alcohol. Suelen ser dulces (moscatel, Pedro Ximénez, Oporto, etc.), pero también los hay secos (fino, manzanilla, amontillado, oloroso, etc.).
Temperatura de servicio
El vino tinto.- entre 16º y 18º C. Si la temperatura ambiente es superior... tendremos que enfriarlo en una cubitera con hielo y agua.
El vino blanco.- entre 12º y 16º C. Consérvelo en la nevera, y sáquelo un poco antes de consumirlo (luego se calienta rápido).
Los vinos espumosos.- a unos 8º. Recién salidos de la nevera y mantenidos en cubitera con mucho hielo.
Los vinos generosos (licorosos).- se sirven aún más fríos. A 5º o 7º si son secos, y a 4º o 5º si son dulces.
Proceso de elaboración y evolución del vino
En la barrica de roble el vino obtiene taninos y aromas de la madera, que le dan mayor complejidad. Además, la madera tiene pequeños poros que dejan pasar oxígeno, con lo que el vino también va envejeciendo. Sólo los vinos con mayor estructura y concentración pueden aguantar periodos largos de crianza.
En la botella, el vino se redondea y perfecciona. Después de unos 5 o 10 años en botella (en función del vino) el vino llega a su mayor grado de calidad, luego la calidad del vino empieza a decaer lentamente.
El arte de maridar el vino en las comidas
(ampliación)
En muchas culturas el vino ha sido considerado un alimento básico en la mesa, y de alguna manera tanto la producción como las tradiciones culinarias de una región han evolucionado conjuntamente a lo largo de los años. Más que seguir una serie de normas, las tradiciones culinarias lugareñas simplemente se combinaban con los vinos de la zona. Así, el arte de combinar los alimentos es un fenómeno relativamente nuevo y moderno que mueve a la industria editorial y a los medios de comunicación mediante publicaciones sobre el maridaje del vino y la comida.
En el ámbito de la restauración, el sumiller normalmente es el encargado de recomendar las combinaciones de comida y vino a los comensales. El concepto principal tras el maridaje reside en que ciertos elementos que se encuentran en los alimentos y en el vino, como la textura y el sabor, reaccionan de manera diferente al mezclarse; y encontrar la combinación adecuada de éstos hará del comer una experiencia más placentera para el paladar. La máxima del maridaje es crear sensaciones nuevas, tanto en la degustación del vino como de la comida con la que lo acompañamos.
Maridar vinos y comidas es todo un arte, pero si se siguen ciertas recomendaciones, no es difícil encontrar el vino adecuado para un plato particular. Es importante tener en cuenta los siguientes factores: armonía, sabor y consistencia, contraste y similitud.
Los consejos básicos
Vinos blancos jóvenes sencillos, “facilones”: aperitivos o entrantes muy ligeros.
Vinos blancos jóvenes más serios, de mayor enjundia (de variedades nobles): Pescados blancos, Mariscos, quesos frescos, ensaladas, algunas mousses.
Vinos blancos fermentados en barrica: Quesos curados, Verduras, Ahumados, carnes blancas, algunos arroces.
Vinos Rosados: Verduras, pastas, arroces, quesos suaves, tortillas, macedonia de frutas.
Cavas: Es el gran comodín, y su gama es tan extensa que debemos distinguir entre un cava de pocos meses de crianza, de un reserva o un gran reserva, mucho más complejo y dotado de mayor personalidad; por no entrar en blanco que parten de vinos fermentados en barrica, o toda la gama de rosados. Por eso, su gama de aplicación es inmensa, y según el cava que queramos, puede sernos un acompañante ideal durante toda la comida.
Vinos Tintos jóvenes: Charcutería, quesos semicurados, pescados azules, algunas carnes blancas, incluso rojas asadas, como el cabrito o el cordero. Admite setas y platos de bacalao salseado, y en general pescados en salsa.
Vinos Tintos de Crianza: Carnes a la brasa, asados, guisos de carnes rojas, quesos curados, charcutería.
Vinos Tintos Reserva y Gran Reserva: Platos de caza y guisos más sutiles y elaborados. Nos podemos atrever a probarlos con chocolate de alta pureza de cacao, Impresionante!
Vinos generosos (finos y manzanillas): Aperitivos, salmorejo, pescados a la plancha o hervidos, mariscos, ahumados.
Vinos dulces: Postres de frutas, tartas con frutos secos y crema pastelera. Foie y patés
Un saludo desde Misvinos.com